sábado, 7 de diciembre de 2013

La amabilidad empieza por casa

Esta mañana temprano salí de casa para hacerme unos análisis de rutina. La calle mucho más vacía que en días de semana, la llegada al lugar, encontrar fácilmente espacio para estacionar. Ser recibida amablemente, mimada con una colación y un cafecito post análisis. Disfrutar de una buena atención desde las que recepcionan la documentación hasta las profesionales que hacen las extracciones de sangre. Todo esto iba reconfortando mi ser. Acunada, con tan poco podemos hacer que un día comience diferente, que se irradie cordialidad y amabilidad en las calles, en los lugares de trabajo.
Después caminé hasta la verdulería a comprar algo de fruta, me encontré con una amiga que venía al taller que ofrecíamos en San Isidro.
El clima, la posibilidad de estar en el jardín con este grupo de gente que se había acercado a la experiencia focusing, la fluidez  de lo vivenciado por todos los que estábamos allí ya sea guiando el taller como participando, me siguieron aportando calidez, pausa, a mi día, a mi vida. Conexión genuina entre los seres que habitamos esta ciudad, cómo cambia todo cuando nos conectamos entre nosotros desde la más auténtico, desde lo vulnerable, desde la posibilidad de mostrar lo que duele, sabiendo que será bien recibido, sin juzgarse.
Celebro que hayamos podido ofrecer este taller donde nuestras alumnas ya egresadas tuvieron la oportunidad de acompañar en pequeños procesos de focusing a los asistentes. Cuánta vida fluye cuando estamos conectados con nosotros mismos y con los demás desde este espacio interno sagrado! Cómo cambia la manera de comunicarnos al estar en contacto con ese mundo interno y sus necesidades.
Y cuánto aporta a la salud y bienestar poder pausar, y recorrer nuestro cuerpocasa, amablemente.
Otra vez la amabilidad que nombré al comienzo, volcada hacia nosotros y nuestra experiencia.
Si aprendemos a ser amables con nosotros mismos, esta amabilidad también se irradiará a los que nos rodean. Y cuánto necesita nuestra sociedad de gestos amables!

lunes, 12 de agosto de 2013

Jardín invernal

Jardín jardinero
trama entrelazada
pequeño pájaro
sobrevuela
buscando
semillas quizás.

Despejado quedaste
una tarde de invierno
soleada y fría.

Y desde lo despejado
surge lo despojado.

Lo despojado permite
al sol colarse y entibiar.




Presente

El presente es lo único que tengo, se escucha en una canción.
El presente es el cuerpo.
El presente es estar y ser aquí y ahora, con esta respiración que soy.
El presente es este instante, contacto de las teclas con las yemas de los dedos.
El presente es percibir los apoyos de mi cuerpo, chequear si estoy cómoda o no. Cambiar y acomodar la postura. La Pausa me invita al presente. El presente me habita. En el presente me habito.
En el presente, respiro, vivo, me muevo. El presente es lo divino habitándome.
Lo divino es presente, es aqui, es ahora.
Lo divino, Dios, la fuente inagotable de amor, la energía amorosa que mueve al universo, ser íntimo con ese
Todo.
Gracias por el presente, que es lo único que tengo y me permite ser entera.

martes, 23 de julio de 2013

Si? No? qué pasa cuándo escucho estas palabras?

La predisposición hacia algo, ya sea una actividad, un encuentro con uno mismo o con un otro, un espectáculo, una caminata, tenemos en cuenta nuestra predisposición. Pre, anterior, antes de que nos dispongamos a participar de lo que siga en nuestra vida.
Muchas veces no tenemos la posibilidad de ir hacia dentro y observar cómo nos estamos disponiendo a eso que vamos a hacer. Solo actuamos desde la emoción reinante, puede ser enojo frente a lo que tengo que hacer, molestia, embole, aburrimiento, impaciencia, ansiedad frente a eso, temor frente a eso, o miedo a que algo suceda con esos otros. Sin esa pausa que nos permite conectar con eso que se está percibiendo dentro
podemos simplemente reaccionar. Participar desde esa parte o aspecto nuestro más predominante por alguna razón.
Recuerdo una vez hace muchos años que acompañé a una persona a un concierto de música clásica. La música probablemente excelente, la predisposición interior direccionada hacia otro lado totalmente. Ocupaba tanto espacio dentro, llevándome hacia ese lugar de estar toda tomada, fusionada con esa emoción, enojo, molestia, no con la música seguramente, con situaciones previas no nombradas, no reconocidas quizás por mi, temas a ser aclarados en el vínculo. Uauuuu! cuánto al recordar y también celebrar al darme cuenta del camino recorrido.
Poder ahora chequear dentro la disposición, tener más claro el Si o el No dentro, y escuchar a todos esos "algos" que murmuran, susurran, gritan, necesitan ser escuchados y reconocidos así como están y son.
A veces enfrentados entre sí, a veces dándose la espalda, o percibiéndose con recelo. Muchos protegen a aspectos dolientes, otros queriendo asomarse y tener su lugar en el concierto de la vida.
Mucho de esto apareció simplemente al observar qué pasaba en mi cuando escuchaba un No o un Si en atención plena.
La atención plena, ese estado de la mente espacioso, calmo, donde puedo observar sin juicio todo lo que me presenta un estímulo. Como muchas veces estamos en automático, no nos damos este tiempo.
En atención plena (mindfulness) podemos darnos esta oportunidad única de exploración de nuestros hábitos limitantes, para poder tener opciones nuevas, más libres.

Qué pasó en nuestra familia con nuestro propio espacio?

El tema del espacio propio me parece que cobra una gran importancia en la vida de cada uno.
El espacio que ocupábamos en la familia, la atención que nos brindaban cuando niños nuestros padres, abuelos. Las figuras significativas. Qué pasaba con nuestros hermanos? Qué pasó en la historia de cada uno con los hermanos, los celos, las peleas, las reconciliaciones, los pedidos, las necesidades, los hermanos que sostienen siempre a otros, los que se inmolan, los que siempre dan la nota, los "oveja negra", los que "cagan" las reuniones familiares por su ausencia, o por ocupar demasiado lugar.
Por qué algunos de nosotros necesitamos ocupar un lugar más preponderante?
y cómo afecta esta necesidad imperiosa cuando ya somos adultos y conformamos grupos de trabajo?
Es posible que cada miembro de un grupo de trabajo en donde todos son pares sienta que tiene su lugar,
que es recibido, aceptado, cuidado? Muchas veces nuestros grupos de trabajo recuerdan, rememoran, reviven o reavivan esos lazos primarios, esas maneras de vincularnos que aprendimos en nuestra familia.
Oh! casualidad? Trabajo en un grupo de cinco y mi familia de origen tiene cinco miembros.
ME reúno habitualmente con un grupo de 5 colegas y coincidencia...? causalidad?
Todo lo que espeja este grupo de los integrantes de mi grupo primario y a veces todo lo que espeja cada uno de los integrantes de diferentes aspectos míos en diferentes etapas de mi vida.
Si puedo mirar sin ver solo el reflejo, que a veces distorsiona, puedo crear nuevas maneras de vincularme.
La atención plena, el focusing, el EFT me ayuda a observar sin juzgar, a tomar cada una de las emociones o sensaciones que se disparan, escucharlas, limpiar el circuito energético que queda grabado en el cuerpo de dolor (como lo nombra Eckart Tolhe en su libro El poder del Ahora). ESe cuerpo que recuerda lo que trajo dolor, angustia, soledad, incomprensión.
Una oportunidad valiosa para sanar y ser más libre.

Mañanas de enero, contemplando



Silenciosa mañana 
que me invita a la quietud
y sin embargo mi mano
no puede parar
es como si adentro algo
dictara, y de ahí surgieran
letras y palabras
partes y más partes se nombran
se saludan. La Presencia está 
y acompaña, los otros, el afuera,
los pájaros,
todo tiene su lugar
y yo también.

de la serie Palabras, de Poemas del Viento, Cecilia Burgos, 2012



Las mañanas de enero me han llevado a un estar contemplativo de la actividad de mi pequeño jardín. El sol se va abriendo camino y deja entrever una gran telaraña que de perfil a donde estoy ubicada se impone con su belleza, y pequeños destellos de luz que la recorren. Se ve a su anfitriona muy atareada subiendo y bajando y subiendo, ajustando sus hilos para que firme esté durante la jornada. Ritual que se repite cada mañana y me trae admiración hacia la constancia y perseverancia del arácnido.
Mi atención se ve atrapada más tarde por la visita de un colibrí, su aleteo incansable, que lo hace parecer casi estático frente a ese pequeño néctar que quiere encontrar, en ese pimpollo, en esa flor que se esconde detrás del jazmín japonés. Si bien aparentemente no hay flores que lo puedan atraer, al menos a simple vista, se las ingenia para encontrar algo en cada rinconcito que sobrevuela.
Y para mi deleite en una de sus excursiones entró en el jardín de invierno que tenemos junto al jardín, y se posó sobre una macetita llena de diminutas flores violetas que lamentablemente no conozco por nombre solo por su extremada delicadeza y sutileza. Se interesó en ella, pero parece que no era lo que estaba buscando. Voló certero hacia la salida.
Otro día una mariposa naranja desplegó su encanto sobre el verde intenso después de la lluvia. Y también se animó a entrar. Cuando esto sucede, algo se acelera en mi corazón, al percibir por un lado esa integración de la naturaleza viva dentro de mi hogar, y a la vez, el temor de que no encuentre la salida y me imagino posibles soluciones para salir en su auxilio. La espera es lo que más resulta. Solas resuelven el misterio y encuentran el aire libre que las llama a la libertad.
Cuántos visitantes, y cuánta vida hay en el jardín! Es en estos momentos de pausa, donde quizás mientras desayuno, se produce este milagro cotidiano. Celebro que podamos encontrarnos y reconocernos.
Un día una avispa fue la visitante. Mi vecina tiene en los aleros más altos de su casa, avispas. Y a veces, desde las alturas, bajan en picada y merodean los jardines y también como el colibrí  y la mariposa, se atreven a entrar. Aunque en este caso, no salen tan fácilmente. Pareciera que investigan, buscan, huelen la madera del alero, quizás recordando su propio alero que las cobija, o para mi zozobra, me pregunto si estarán buscando un nuevo nido.
También algo en mi se acelera y me da miedo, su aguijón, su historial de ponzoñosas picaduras de la infancia, y todos los recaudos que hay que tomar o barros que hay que colocar. No me resulta para nada agradable la visita de este habitante. Y enseguida, vienen a mi memoria esos aspectos míos que son a veces así ponzoñosos, picantes, avispados, afilados, y cómo muchas veces me he asustado de ellos, o los he querido combatir para que no estén. Qué hacer? Practicar la espera y la paciencia como con los otros que habían entrado? O salir a combatir? En un momento estuve allí en guardia frente a ella, muñida del insecticida que encontré a mano. Y se me hacía muy patente la fuerza que hacemos para patear esos aspectos que no nos gustan de nosotros o que nos parecen peligrosos. Me reía de mi misma y decidí aplicar la atención. Ver si podía colaborar para que encontrara la salida. Atención paciente hacia mi y hacia ella. Pude observar así la belleza de sus curvas, el estilizado cuerpo que parece pesado para las gráciles alas. Ya no me pareció tan terrible. Su color marrón terroso brillaba con el sol. Le costó encontrar la salida, hubo que ayudar, moviendo una de las hojas de la puerta corrediza, y necesitó más paciencia de mi parte.
Como también quizás necesite con esos "algos" que están ahí para ser atendidos, sobretodo si traen alguna historia dolorosa de la infancia.
Aprecio mucho estos ratos contemplativos que me ha traído enero. Una oportunidad para ser y estar siendo con otros.

artículo publicado en Ecos de tu voz de marzo 2013


viernes, 24 de mayo de 2013

Poemas y sus ecos

Después de la presentación del libro Poemas del Viento, he quedado con una sensación de plenitud
de completud, de agradecimiento y celebración.
Cada vez que alguien me comenta cómo le ha llegado un texto, un verso, cómo lo utiliza con sus consultantes, cómo lo lee pausadamente, saboreando, palpitando, respirando, celebro que así sea.
El texto se transforma con cada lectura, con cada verso que se repite en silencio, y que resuena en lo íntimo de cada quien.
Y se re-escribe, se recrea, se retroalimenta, se re-elabora, se revive, se reaviva...

Una tarde ... todos somos Uno

Muchas veces estoy en la separatividad, cuando me siento en la vereda de enfrente del otro.
Veo sus acciones como enfrentadas a las mìas. Por màs que intento vivir esta Unidad, el Ego aparece una y otra vez interfiriendo.. hiriendo..o sintièndose herido
Las formas que puede tomar son: no sentirme entendida, respetada, cuidada.
Y descubro muchas veces que lo mismo que me pasa a mi, es lo que le pasa al otro en su interior. Heridas espejo? Por ejemplo me considero una persona inclusiva, incluyo a otros en proyectos, en trabajos, en clases, y hace no mucho alguien me dijo que no había sido inclusiva. Me quedé resonando con eso, una parte mía hubiera salido a explicarse, intentaba recordar cómo me sentía ese día, o si ese día estaba protegiéndome o protegiendo algún aspecto que había quedado vulnerable por  experiencias anteriores.
En este particular caso,  probablemente toque el tema del espacio propio. Por qué dos personas pueden sentirse que fluyen en la coordinación de una clase? y otras no? Una de ellas necesita más espacio? descollar? sentirse más importante? Y a veces la otra puede cederlo, quizás si está en su eje, o elige dejarlo pasar, o a veces es ella la que necesita más espacio y no sabe cómo pedirlo.
Somos nuestros hábitos inconscientes moldeando nuestras acciones. Cuando digo inconscientes me refiero a esos que están operando y fuera de nuestra consciencia ordinaria.
En atención plena, puedo darme cuenta qué es lo que aparece allí detrás del telón...
por ejemplo, puedo estar escuchando que alguien se ha sentido herido o no respetado debido a una actitud mía, en algunos casos si lo miro objetivamente (hay objetividad?, es posible?) puedo entender que esa acción mía haya traído sufrimiento, en otros casos, simplemente un movimiento aparentemente inocente,
dispara en el otro ese mismo dolor, o lo reaviva. Puedo ahí darme cuenta de la sutileza de mis acciones, de mis movimientos, quizás ese caminar mío sirvió para sentirme segura, contenida, tomar algo en mis manos,
sirvió para centrarme, y para no reaccionar, o para darme la pausa para contactar con eso que estaba presente en mi, mientras otro relataba qué le estaba sucediendo en relación a ese accionar mio. Y ese otro lo toma como algo que interrumpe, si podemos nombrar sin apegarnos y sin tomarlo como algo personal, podemos crecer. En ser más nosotros mismos en relación con otros.
Un mundo se despliega, se vuelve más explícito en atención plena. Y una espaciosidad nueva emerge en los vínculos que estaban heridos, al menos en mi surge una confianza renovada en el camino de sanación.
Y recuerdo esta frase del poeta sufi Rumi, En un vínculo entre dos personas tiene que haber espacio entre ellos, para que los ángeles puedan danzar.
Espacio para el recibir al otro así como es, como está, como está siendo, con todas las contradicciones que pueda haber, con los quizás, con las preguntas abiertas sin respuesta, con las tensiones, con la respiración que se corta y se expande al sentirse escuchado, comprendido.
Y también para recibirme así como soy, como estoy, como estoy siendo, con todas las sensaciones sentidas de hoy que traen algo del ayer y a la vez me dan un dato nuevo al estar con ellas hoy. Con las preguntas abiertas, con las semillas de lo nuevo y lo viejo entrelazado. Nombrando, permaneciendo, acompañando.

Hara-corazón

Un centro de radiante rojo borravino anidó en mi pecho y desde allí
una energía se esparcia en libertad y fluidez. Enraizada en la quietud y el silencio
que surgía desde el hara. Conectado y direccionado con sus raíces hasta el centro del planeta.
Enraizado y energizado, con un ritmo diferente, y una posibilidad de accionar desde ese centro
poderoso e inmenso como el universo mismo. Una íntima conexión entre estos dos centros, hara-corazón.
Hara-cardíaco conectados potentes sabios amorosos fluidos precisos compasivos fuertes tiernos.

jueves, 2 de mayo de 2013

Abril

Abril ha sido intenso en movimiento, desplazamiento, encuentro, emociones, caminatas, colores, destinos, compartires, momentos en soledad, risas, guiños cómplices, esperas en aeropuertos, cuerpo, sensaciones sentidas miles, pausas, momentos eternos, disfrutares, lanzamientos, comienzos, reencuentros, prácticas, aclaraciones, largos emails, idas y venidas, nubes, mares, soles, estrellas, lunas, bosques, caminos, senderos, playas, arenas, corales, aguacates, camarones, desayunos en el nicho, diferentes lenguas un solo corazón, rostros, sonrisas, abrazos, círculos, acuerdos, aprendizajes, masajes, reagrupaciones, recomienzos, caricias, aromas, chocolates, brumas, brisas, montañas, lagos, verdes, ocres, amarillos, rojos intensos, pálidos, amigos de antaño y nuevos, paisajes revisitados, respirados nuevamente, cambios de horario, de agenda,
de rutina, lo nuevo y lo viejo entramado, matices, vida bullendo por mis venas y las venas de otros.

lunes, 4 de marzo de 2013

Atención plena a la hora de comer

Estoy leyendo en estos días material acerca de la atención plena aplicada al sobrepeso.
En uno de los textos mencionan este pequeño cuento: Un jinete iba a todo galope en un caballo, y un paisano que estaba al borde del camino, le pregunta: Dónde va? y el jinete responde: No lo sé pregúntele al caballo.
Así es nuestra mente, como este caballo a todo galope que nos lleva a grandes velocidades a lugares que ni siquiera sabíamos que íbamos a ir.
Este caballo puede compararse con lo que podemos denominar "la energía de la costumbre". Esta energía de la costumbre es la que nos lleva automáticamente hacia los alimentos, por ejemplo, como si nuestra mano fuera manejada robòticamente y estuviera programada a tomar un bizcocho tras otro, o un bocado tras otro
sin darnos cuenta que acabamos el paquete o el plato que nos hemos servido.
Nos hemos detenido a saborear cada alimento? Probablemente nuestra respuesta sea negativa.
La propuesta de aplicar la atención plena a lo cotidiano, como por ejemplo a cada vez que nos sentamos a comer, amplía nuestra posibilidad de disfrute, de elección, de poner vida a cada instante.
Eso es lo que nos brinda la atención plena a cada actividad.
Por ejemplo, en este momento, traigo la atención a la postura al escribir, frente a la pantalla, chequeo si la distancia es la que me hace sentir cómoda o no, modifico la espalda, siento los isquiones apoyados en la silla, y desde ese apoyo recorro con mi atención la distancia hasta el piso. Me siento sostenida por el piso.
Algo se alivia en mi estómago, un movimiento descendente, soltando el peso. Aliviada, me siento ahora así.
La pausa  y la atención me permitieron estar más conciente de mi postura ya algo cambia.
Si traslado estos pequeños momentos de pausa y atención a los momentos de alimentarme, cuál sería
el resultado? Pausa, inspirar con conciencia de que ese momento es único. Y así estar atentos también a las emociones o colores emocionales que están como telón de fondo a la hora de acercarnos o abalanzarnos a algún alimento.
La atención plena combinada con EFT (Emotional Freedom Technique) ayuda en esos momentos de atracón, cuando ya nuestra mano es secuestrada y va directamente hacia el paquete una y otra vez, sin que medie nuestra razón.
Tenemos herramientas a nuestro alcance para un mayor bienestar y prevención de la salud. Usémoslas.