jueves, 9 de diciembre de 2010

Silencio en el campo

Salir de la ciudad ya invita a la renovación. Van desapareciendo edificios, ruidos, estruendos, olores, mareas humanas, y van emergiendo otras figuras, otros colores. Verdes campos, amarillos retazos intercalados, árboles pequeños, grandes, añosos, renuevos, y más, más, más en nuestra generosa tierra bonaerense.
No hace falta alejarse mucho para encontrar un remanso, un descanso para el cuerpomenteespíritu que clama por una pausa.
Hasta acá parece la introducción a un día en una posada, o un spa, no?
Ni uno, ni lo otro y a la vez ambos. Fui a silenciarme con otros, a adentrarme en lo más íntimo, siendo una con la respiración, con lo que esté allí en mí. Y cada uno de esos otros que estaban conmigo estaban en lo mismo: respirando, siendo uno con lo que estaba en ellos, llevando su atención al aquí y ahora, a este cuerpomenteespíritu entramado que cada uno de nosotros es. Ya sea caminando, ya sea cocinando, ya sea regando, ya sea sentándose en zazen.
Bella tarea, que embellece a todo el ser.
Y embellece a la vez a la tierra toda.
Como dice mi maestro Zen, "Basta abismarse una vez en zazen, para sanar el karma".
Silencio en el campo. Silencio en el alma. Silencio .... Silencio....

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