viernes, 12 de noviembre de 2010

La atención plena en lo cotidiano

Mi maestro zen dice que es recomendable extender la práctica de habitar el presente a todas las actividades.
Que comencemos por aquellas que nos gustan. Prestar atención mientras estamos haciendo aquello que nos agrada. Que sigamos por aquello que no nos gusta tanto, extendiendo nuestra práctica, inspirando, exhalando atentos a lo que estemos haciendo. Y sobre todo que lo hagamos también con aquello que no nos gusta para nada.

Hoy tuve un encuentro así con la espinaca, mientras la lavaba. Tarea que para alguna parte de mi mente es tediosa, y algo en mi dice: quiero terminar, hay cosas más importantes.... me suele pasar cuando cocino, aparece esa ansiedad porque esté todo ya terminado, y si me percato de todos los trastos que hay que lavar después, me desanimo, me enojo conmigo por haberme metido en eso que estoy haciendo, me fastidio por sentir enojo...

Y hoy de repente, estaba la espinaca, su textura, su color tonalidad verde espinaca, la finura de sus tallos, el agua que corría entre mis dedos y las hojas, los tallos, los movimientos pausados que me llevaban a tomar cada hoja, observarla, quitarle el rastro de tierra si lo había, volver a sumergirla en el agua que corría, una danza silenciosa que nos unía, nos mecía.

Hoy fue distinto lavar espinaca.

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